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Canción de Cancha

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lunes, 17 de marzo de 2014

Una prueba de falta de carácter

River decepcionó nuevamente y perdió 3-2 ante All Boys en Floresta. A pesar de ir ganando 1-0 en el primer tiempo, por errores propios le permitió renacer a su rival y se fue sin nada. Si ganaba, quedaba sólo a un punto de los líderes en este inestable torneo donde los punteros tienen únicamente la mitad de los partidos ganados por sobre los jugados, pero River no se animó a sumarse a la pelea del torneo y nuevamente quedó debajo de la mitad de la tabla. A pesar de haber arrancado como una tromba y convertir el primer gol de manera veloz, tras una linda jugada que terminó en un toque sutil de Carlos Carbonero, el equipo de Ramón Díaz arrancó con un show de errores propios. En primer término, fue una falta innecesaria en la puerta del área de Éder Álvarez Balanta, que terminó en el gol del empate de Gonzalo Espinoza, y posteriormente, una plancha descalificadora (que merece más de una fecha de sanción) de Lionel Vangioni sobre el autor de la anotación del Albo, tras un mal dominio de la pelota. Entre ambas acciones, sólo habían pasado dos minutos, pero el rumbo del partido iba a cambiar radicalmente. Como si fuera poco, River arrancó dormido el segundo tiempo y recibió dos golpes de nocaut, primero de Agustín Torassa y después de Jonathan Calleri , que dejaron a River con una desventaja de dos goles y la necesidad de salir a buscar el partido con uno menos. Sorpresivamente, Ramón Díaz efectuó un cambio que sólo él entendió, sacó a Teófilo Gutiérrez, que había cumplido un buen primer tiempo y metió a un volante de contención, Matías Kranevitter, quizás en el afán de no querer recibir más goles. A su vez, al ver que su rival había tenido una sustición defensiva, el entranador de All Boys, Ricardo Rodríguez metió a un mediocampista ofensivo, Alejandro Barbaro y sacó a Oscar Ahumada, más vinculado en el aspecto defensivo. Paradójicamente, el resultado fue el opuesto: el descuento de River por medio de un cabezazo del colombiano Carbonero. Desde ese instante, Ramón sí se decidió a buscar el partido y metió a Daniel Villalva por el autor de los dos goles, que parecía exhausto. De hecho, el empate llegó, por medio de un testazo de Éder Álvarez Balanta pero Fernando Cavenaghi, de muy flojo partido, le interrumpía la vista al arquero Nicolás Cambiasso y fue anulado. El elenco de Núñez comenzó una búsqueda desesperada, con mucho empeño pero pocas ideas que llegó al punto de tirarle centros al Keko Villalva, de apenas 1,55 m de altura. Nada iba a cambiar, la derrota fue el resultado final, en un partido que el mismo River se encargó de hacer renacer a su rival, cuando parecía más cerca el segundo gol que el empate. Los rendimientos individuales fueron alarmantes, desde la defensa hasta el ataque. Manuel Lanzini estuvo desconocido, Ariel Rojas no estuvo firme en ningún momento, Álvarez Balanta volvió a cometer esas faltas cerca del área y el goleador Cavenaghi nunca se pudo conectar con el juego. Además, es insoslayable la responsabilidad de Vangioni en la incidencia del 2-3 final. El Millonario llegó a nueve partidos sin victorias como visitante y en dos fechas se viene Boca. A dar vuelta la página.

Por Marco Faccone

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