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miércoles, 9 de abril de 2014

El campeón que no fue: Holanda 1974

Cada vez se escucha más aquella frase caprichosa de “ser campeón es lo único que importa”, o aún peor, “nadie recuerda a los segundos”. En lo personal, como romántico de este hermoso deporte (o forma de vida para enfermitos como yo), estoy completamente en contra de estas oraciones resultadistas que fueron haciendo populares. El fútbol va mucho más allá de lo que es un marcador. Ganar es lo más importante, sí, pero claramente no es lo único. Hoy traigo un humilde aporte al blog (el primero de muchos, espero) sobre un grupo de genios que pese a no ser campeones, maravillaron al mundo del fútbol: la Holanda del 74, “la naranja mecánica”.
Comandados por Rinus Michels, que venía de ganar todo con el Ajax de Ámsterdam (llegó con el equipo en puestos de descenso y cinco años después gano la Champions, ja), Holanda viajaba a disputar el Mundial de Alemania Occidental. Seguramente, pocos esperaban lo que vendría después. La consagración como uno de los mejores equipos de la historia, pese al subcampeonato (y ya sin Cruyff –por problemas personales/familiares falta al Mundial de Argentina-, su máxima figura, sumaría otro segundo puesto más en el ’78).
Sería complicado destacar un jugador si no fuera porque esa selección tendría como máximo referente en el campo de juego a uno de los mejores jugadores de toda la historia, el ya mencionado Johan Cruyff.
Pero destacar individualidades sería injusto. Ese equipo se movía en la cancha de una forma nunca vista, todos atacaban, todos defendían. La fluidez del juego era total. El delantero cambiaba posición con el mediocampista, con los extremos (bien pegados a la raya, como era tradicional hasta hace un tiempo). La presión era asfixiante, no dejaba pensar a los rivales; robo en campo rival, transición rápida con tres o cuatro toques  de gran categoría, propios de jugadores de la talla de Cruyff, Neeskens o Rep, y la pelota terminaba adentro o pasaba muy cerca del arco rival.
De esta forma, Holanda pasó por arriba a prácticamente todos sus rivales en el certamen; En la primera frase, triunfo por 2-0 frente a Uruguay (estaba para 5-0), empate frente a Suecia, sólido 4-1 frente a Bulgaria.
En la segunda ronda les tocó un grupo más complicado: Argentina, Brasil y la Alemania Democrática. Pasó sin recibir un gol y anotando ocho (nos comimos cuatro…).
Sin embargo, no tuvo la misma suerte en la final y fue derrota por 1-2. Cruyff estuvo muy bien marcado y Alemania aprovechó sus oportunidades de gol. Así se fue Holanda, segundo, sí, pero recordado por todo el mundo y tomado de referencia (junto a equipos) por el FC Barcelona actual (o de hace unos pocos años, mejor dicho). Quien llevó ese juego al Barça fue justamente Johan Cruyff en los años 90, consiguiendo cuatro ligas y una Champions League, esta vez como entrenador. Muy marcado por aquel equipo, implantó ese estilo que le quedó grabado en la mente en el club catalán. Y no le fue tan mal.

El fútbol a veces es muy injusto. Pero Holanda terminó ganando de todas formas. Quedó en el recuerdo para la admiración de todos los futboleros.

Por Federico Parrilla 

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